Están tras las rejas por diferentes delitos, entre ellos matar a un semejante, pero ahora se dedican a ayudar a que la gente viva mejor. Presos de cárceles bonaerenses fabrican pelucas para pacientes oncológicos. En la Unidad 4 Bahía Blanca tiene lugar una experiencia inédita con un curso de peluquería, en el que 20 internos, además de aprender a realizar cortes en ese oficio, elaboran pelucas destinadas a pacientes oncológicos de todo el país.
Con el apoyo de la Subsecretaría de Políticas Sociales de la Municipalidad de Bahía Blanca, la ONG Peluqueras en Acción dicta un curso de peluquería destinado a los internos, a quienes se les enseña a hacer pelucas que, de manera solidaria, las destinan a personas que están bajo tratamientos por el cáncer.
Estela Dinoto -integra la ONG y coordina el Banco de Pelucas de Bahía Blanca- es la encargada de dictar la capacitación coordinada por la Dirección de Promoción e Inclusión Sociolaboral del Servicio Penitenciario Bonaerense. Son cursadas teórico-prácticas con clases semanales de dos horas de duración durante nueve meses.
Desde Peluqueras en Acción se consigue a través de donaciones el pelo con el que se elaboran las pelucas. “El fin del taller es social y solidario. Social, porque los internos aprenden un oficio que se puede desarrollar de manera independiente y es bien remunerado, y solidario, porque las pelucas son destinadas a personas que realmente las necesitan”, sostuvo Dinoto, que agregó que la ONG lleva donadas casi 1.000 pelucas. Jimena Quiroga, coordinadora de Cultura de la Unidad 4, dijo: “Desde un principio la predisposición de los asistentes al curso por aprender es muy buena y realmente se los nota entusiasmados con la posibilidad de trabajar de peluqueros en el futuro”.
Lisandro, uno de los internos que participan del taller, contó que eligió la profesión para ayudar a su esposa, que es peluquera, y trabajar en un local con ella cuando recupere su libertad. “Me anoté en el curso porque tengo la expectativa de poder reinsertarme en la sociedad y trabajar en esto”, dijo otro preso, que se llama Jonatan.
Por María Helena Ripetta (Crónica)